Parece que la crisis económica y social ha pasado de coyuntural a estructural. Ya tras casi 10 años de su llegada oficializada ha venido para quedarse. Las oligarquías económicas, financieras y políticas lo saben desde hace años, como saben que será inevitable que siga generando desigualdades como efecto definitorio de ese crecimiento distópico permanente en que se basa el modelo económico actual. Pero poco se habla de lo que esta situación de generación in crescendo de inequidad comporta sobre los recursos naturales y cómo impacta en las propias estructuras de cohesión social.
La situación de colapso social y económico a que nos aboca el capitalismo neoliberal se ve retroalimentada por los crecientes desequilibrios que conlleva sobre el medio ambiente. El Cambio Climático es un claro ejemplo indicador de este desequilibrio, de estas disfunciones del modelo económico que, a su vez, ahonda en las brechas de desigualdad social pues las poblaciones humanas que más lo sufren no son en absoluto las responsables de haberlo provocado.
Desde hace ya muchos años la ciencia ecológica (y alguna económica) llegó a una obvia conclusión cual era diagnosticar la inviabilidad de un modelo, el neoliberal, basado en un incierto concepto de mercado que se soportaba sobre la falacia de la infinitud de los materiales que alimentan los ciclos naturales. Una dinámica que hace que el capitalismo se soporte en base a un crecimiento firme y casi perpetuo para aportarnos todos los bienes y servicios no solo necesarios sino supernumerarios para nuestra “propia felicidad”.
La realidad es muy diferente y está basada en el carácter finito de los recursos naturales en los que se asienta el modelo cuya tasa de renovabilidad no es lo suficientemente rápida para garantizar los beneficios económicos que requiere el ciclo capitalista. El colapso así está servido y en términos ecológicos, siempre de percepción más lenta, está en proceso. Este hecho, de apropiación necesaria de los recursos por parte del capital, incide obviamente en la ruptura de equilibrios ecosistémicos muchos de los cuales son la base de los escenarios de cohesión y equidad social. Todo ello tiene relación con los Derechos Humanos (ambientales y sociales, son los mismos) pues en tanto los recursos naturales son bienes comunes (antropológicamente una realidad que nos retrotraería al uso coordinado y a la solidaridad como elemento evolutivo esencial de la especie humana); estos son generadores de derechos cuyo ejercicio conlleva la observación de principios basados en la equidad y en la justicia ambiental como parte ligada intrínsecamente a la social y/o económica.
Estos desequilibrios (desigualdades) se detectan claramente cuando se conculcan estos derechos y son claramente perceptibles en algunos ejemplos.
- Las Áreas socialmente deprimidas en la gran mayoría de los casos son áreas ambientalmente degradadas donde se plantean, además, actuaciones que inciden en mayor medida en esa degradación. Así, las actividades extractivas (minería, energética, sobrepesca, etc…) en la gran mayoría de los casos produce graves disfunciones en los pobladores donde se implantan a cambio de promesas de empleo que nunca se cumplen. Los procesos de inundaciones que irán in crescendo con el cambio climático, afectan en mayor medida áreas degradadas, en llanuras de inundación de alto riesgo (huracán Kathrina, inundaciones de zonas de ribera en muchos casos, …); la instalación de vertederos u otras plantas en áreas rurales más despobladas que sufren por contaminación inducida de las aguas que son utilizadas para riegos, básicos para la alimentación de la zona (también sigue existiendo el tráfico ilegal de residuos a países más pobres); trazados de autopistas, oleoductos, acuaductos, etc… suelen afectar áreas deprimidas, buscando mayores ahorros de expropiación y menores protestas, o al menos, de menor alcance político. Son algunos ejemplos.
- Otra fuente de desigualdades socioecológicas proviene de los accesos diferenciales a los recursos naturales esenciales para la vida humana. A este nivel destacan algunos casos claros, ligados entre sí (la ecología es una ciencia de interrelaciones):
- El Cambio Climático que está catalizando procesos de sequía preexistentes que generan hambrunas que, a su vez, provocan desplazamientos en masa, refugiados ambientales o climáticos (más de 70 millones hoy en día según ACNUR) que fluyen a asentamientos humanos muy deficitarios donde las condiciones vitales son precarias. La relación del cambio climático como catalizador de conflictos bélicos (y guerras) es una evidencia que está preocupando cada vez más. El último caso, Siria.
El acceso al agua es un derecho humano según NNUU desde el 2010 y no se cumple en muchos lugares del planeta donde persisten enormes desigualdades sociales. Este acceso también tiene que ver con embalses que han afectado grandes territorios cuyos pobladores lucharon sufriendo dolorosas pérdidas por activistas asesinados.
Sin ir a otros continentes, la “pobreza hídrica”, la pobreza que impide siquiera a las capas más desfavorecidas de nuestra sociedad española abonar la factura de agua sufriendo cortes del suministro (se dan en nuestro país, unos 300.000 cortes de agua que son cubiertos por la asistencia social pública), o la gran agroindustria que ante los procesos de sequía creciente está monopolizando recursos mediando el opaco mercado de derechos concesionales de aguas sin apenas control estatal.
- El suelo. Grandes territorios (África) están siendo comprados (acaparados) y monopolizados por fondos de inversión para asegurar su uso agrícola y el control financiero de precios de productos agrícolas. Esos suelos comprados a bajísimo coste en áreas donde apenas existe estructura social compleja sino núcleos indígenas, está incidiendo en un desequilibrio que no solo afecta (y mucho) a los antiguos propietarios de las tierras prácticamente expulsados, sino al equilibrio de poder de todo el Planeta.
- Energía. Áreas con subsuelo rico en combustibles fósiles, petróleo, gas; están siendo expropiadas a costa de extracciones que producen efectos irreparables en los ecosistemas (no todo puede restaurarse) y en las estructuras sociales de las poblaciones preexistentes.
- Apropiación de la biodiversidad. La especulación con los genes, una ingeniería genética que genera intrínsecamente predominio monopolístico en las patentes por parte de un reducido número de grandes corporaciones multinacionales que imponen sus productos (semillas) a productores agrícolas mediante concierto con los Estados que asumen sus condiciones sin evaluar las implicaciones de bien común.
Estos son algunos ejemplos. Hay otros muchos que hacen ver que el colapso social viene ligado al ambiental y que solo cabe la vuelta al equilibrio, es decir, a la igualdad social. Cuando se apela a los equilibrios ecosistémicos también estamos apelando a la equidad social. Por eso la Política debe mirar más a la Ecología; por eso la Ecología es, también, Política.
Alberto Fraguas Herrero, ATTAC Madrid